Pasé cuatro días encerrada en mi habitación teniendo a Netflix como única compañía y me sentí sola y perdida de vez en cuando. A veces, todo dejaba de tener sentido.
¿Para qué respiro, río o me levanto de la cama si igual voy a morir? Mi proceso de recuperación parece ser lento y aún, de a momentos, macabro. Espero, de verdad, que esto no sea lo que se siente ser una ex depresiva porque si es eso entonces es una puta mierda y la existencia en sí es triste. Entonces, me pregunto, ¿cuánto más falta para que ya no esté loca?
Como me he mudado y ahora voy a un manicomio diferente (otra escuela católica privada), me dí cuenta de que, de hecho, el mundo sí puede estar lleno de gente que está todavía más llena de mierda de lo que pensaba que se podía estar.
Ya no puedo decir groserías con mis putas amigas, oh, ¿por qué? Son religiosas a morir. No me agradan mucho. Con mis otras amigas al menos podía ser rara.
A la mierda con todo.
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