No puedo, no entiendo y no soy capaz porque me he jodido y por eso estuve presionando el mismo botón, literalmente, unas tres veces creyendo que llegaría aquí. No sucedió la reacción común del hombre, en la cual sabes lo que debes hacer por las experiencias ya vividas y, en caso de que esa primera estrategia mental no funcionara, también falló la segunda: oprimí el botón una vez y vi que estaba equivocada y, aún así, como fuera de mí y sin capacidades de aprendizaje ni al nivel de un mono, oprimí el botón dos veces más hasta notar mi error.
Siempre he deseado estar en una intervención, que organicen una intervención para cualquier mierda, para mí. Superficialmente, no sé por qué quiero eso, pero si analizo esto de forma objetiva es obvio que deseo atención y ayuda y de allí viene ese estúpido e inexplicable deseo de pasar con una dramática e incómoda intervención. Soy una niña, no me gusta el sabor del alcohol todavía, pese a mi predilección genética al alcoholismo , y aún así quiero beber. He visto y oído como los adultos beben y beben alcohol con las esperanzas de entrar en un mundo menos complicado, a veces lejos de sus problemas y otras veces más cerca de ellos. Quiero alejarme de ellos, tener resaca y sentirme mareada. Quiero pagar sintiéndome mal para evitar sentirme peor. Se reduce sólo a eso.
A nadie le importa, ni siquiera es interesante. Digo algo un poco interesante cada dos meses y eso es todo.
Hay cierto grupo de gente muy egocéntrica (casi ni es su culpa, muchas veces no lo notan) que sienten que todos los seres humanos en la tierra, a excepción de ellos mismos, con ignorantes cuando ellos mismos no tienen algo qué hacer.
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