Durante cinco días floté por el espacio, el cosmos frío y vacío en mi cohete sin batería, aquella pequeña cabina metálica que estaba a la merced de la oscuridad sin gravedad. Me senté frente a la ventana de la cabina con mi mirada fija en el infinito por días, esperando a que lentamente llegase el fin. Es interesante como en un principio creí que sería como ser un naúfrago en una isla desierta y sólo podría pensar en volver a casa y en lo mucho que extrañaba alimentarme y estar seguro. Sin embargo, ya sea porque esto era un caso diferente o porque lo que yo observaba no era algo que estuviera acostumbrado a observar, los pensamientos que corrían por mi mente antes del fin no estaban ligados al mundo en el cual había vivido por tanto tiempo. Imaginaba mi esqueleto encerrado en la nave metálica, tras muchos años, chocando contra el borde del mundo del mismo modo que un bote con un naúfrago muerto golpea la costa de una isla tras vagar por el océano. Dormía y me despertaba volando rodeado por oscuridad y estrellas. Soñaba con abrir la puerta y correr de un lado al otro del universo tocando estrellas como un dios. El fin no me asustaba. El pánico, esa caractiristica animal, no me afectaba cuando estaba tan lejos de mi propia especie. Yo era una esponja que absorbía, me adaptaba a mi entorno. Mi entorno era pacífico, callado y quieto. Adapté esas características, lo cual hizo que mis días finales fuesen distintos a los de alguien en la tierra.
Luego de una semana, algo que me exaltó sucedió. El transmisor que traía las voces lejanas de la tierra se encendió y escuché por primera vez en días un sonido que no fuese silencio, pues ni yo había hecho un solo sonido desde que lo nave había dejado de recibir señales. Empezaron a preguntar si había alguien allí y luego comenzaron a dar instrucciones para que yo arreglara el motor y tuviera una oportunidad de volver con mi especie.
Pero ya era muy tarde.
Había perdido mi mente y ahora era uno con el estoico universo.
Rompí el silencio para golpear la máquina y hacerla callar y luego volví a mi estado de calma para esperar el final en paz.
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