Los últimos seis meses han sido interesantes. Como sí fuera una serie de televisión, los últimos seis meses han sido ese desarrollo del personaje que es necesario para que la historia no muera y avance. Es necesario cambiar la visión del personaje en algunas cosas y darle algunas un giro al guión. Mi giro fue el matrimonio adolescente y una recepción increíblemente positiva a los antidepresivos. Estoy segura de que mi producción y uso de serotonina ha mejorado. Quiero dejar claro que aprendí mi lección y pese a que a esta persona que amo profundamente le debo de forma parcial mi exitoso tratamiento para la depresión y ansiedad y baja autoestima (convencer mediante actos y palabras a alguien que sí posee valor y belleza es mucho mejor que sólo decirles que deje de estar deprimidos, claramente), soy una persona individual de este otro ser. Él no es un agujero negro que traga el yo en mi.

Ah, acaso mencioné que me perforé la nariz. Oh y hablando de todo este tema del anonimato estoy pensando en dejarlo a un lado. 

También deje de fumar, llevo meses limpia y como todos los días sin sentir asco o remordimiento y sin siquiera pensar en matarme de hambre. Es como sí esté se ha vuelto mi nueva meta. La meta original era matar mi cordura y ahora que lo logré y vi que era desagradable cambié mi plan a deshacer el mal hecho. Por supuesto, no voy a ser igual nunca. Vivir con el constante miedo de que un ataque de pánico o una espiral depresiva de una semana va a golpear en cualquier momento es un miedo real, tangible y completamente válido. Los pensamientos que se tuvieron antes no pueden deshacerse y a veces danzan alrededor de tu mente como sombras de la muerte o como demonios esperando a que caigas.