Juro que si algún día me destruyen la cara con ácido voy a suicidarme. Perdón pero soy tan superficial y vacía que no podría pensar en vivir siendo deforme. No. Simplemente no puedo. Nunca. Si eso me pasa, lo siento por mis padres pero no voy a vivir con una cara destruida. Admiro a las mujeres que sí hacen eso y que vive día a día con eso. Creo que son muy valientes, luchadoras y fuertes. Desgraciadamente, yo no poseo ninguno de esos atributos. Pensar en la sola idea me hace tener un ataque de nervios. Me da ansiedad y tengo la necesidad de tocar mi cara sólo para asegurarme de que todo sigue bien. Soy fea, pero no deforme. La deformidad va más allá de ser feo, algo básico el ser humano es tener un rostro. Son parte de nosotros. Son parte de nuestra identidad porque es lo primero que la gente ve, con nuestro rostro mostramos emociones, la gente piensa en nosotros e inmediatamente usan nuestros rostros como referencias. Sin un rostro se pierde todo eso. Aunque con la suficiente determinación, con la sola fuerza que tienen esas personas sin rostro para vivir sin él, eso les da, de alguna forma, un rostro. Les da algo más allá de lo que los seres humanos comunes poseemos. Es metafísico y raro en lugar de físico y común. Tienen la voluntad del instinto de vivir, tienen poder sobre sí mismos y sus vidas en una forma que la gente normal no puede imitar. Simplemente no podemos. Vivimos de nuestra imagen, muchos de nosotros en esa situación nunca veríamos el día en que podamos ver una foto de nuestro antiguo rostro sin pensar en odio y tristeza. Yo no soportaría verme al espejo, no podría sin quebrarlo y tratar de cortarme las venas con los pedazos. Soy débil y frágil.
Ayer, en el supermercado, vi una horrible exhibición de peces muertos y animales desollados y mutilados, expuestos como alimento. Me pareció repulsivo. No tengo que ver fotografías de los mataderos para sentir disgusto por eso, con solo ver lo que venden en los supermercados es suficiente. Me parecía impresionante como yo era la única que parecía verse afectada por eso. La gente caminaba junto a estos cuerpos con tranquilidad, como si no fuera nada. Y, mientras tanto, mi madre compraba un pedazo de carne, sosteniéndolo con un simple pedazo de plástico separando su propia carne de la carne del animal. No sé, me parece que es algo que no debe ser puesto en medio de un supermercado como una exhibición, es repugnante, horrible, los restos de muerte y violencia. "Sobreactúas". NO. No estoy sobreactuando. Es en serio, ¿alguien se molesta en pensar como mataron al animal que se lleva a la boca? Es pura violencia, pero estamos muy acondicionados a esto. Daría lo mismo si fueran restos humanos; desollados y mutilados la diferencia es imperceptible. Podrían comer carne humana y la ignorancia impediría que notaran algo raro en ella. Se la tragarían y les daría igual. Pero si alguien les dice que acaban de comer a lo que era un ser humano entonces muchos vomitarían, el asco les inundaría y se sentirían enojados con la distribuidora de cárnicos. Con los animales no pasa así. Nos vemos superiores a ellos porque dudamos que tengan capacidad para amar como nosotros, pensamos que como somos seres racionales con capacidad para amar, odiar y sufrir somos inmediatamente superiores, suficiente como para matar al resto y comerlo, no sólo con fines alimenticios sino como algo casi ritual del que no somos conscientes, algo que viene en nuestro instinto: te mato, me importa una mierda, te cocino, te mastico, te trago y luego te cago; eres mierda y yo, como soy un ser humano, puedo hacer lo que quiera contigo y poseerte pese a que seas un ser vivo porque no estás al tanto de que te estoy tratando como a una posesión y no como a un animal, como yo, que respira, come y caga. Es un patético esfuerzo humano por sentir poderío. Nos dimos cuenta de que el mundo es especialmente grande y nosotros, en relación a él, extremadamente pequeños. En esta situación tan trágica para un ser que busca dominar y sobrevivir, somos depredadores, buscamos algo más pequeño para sentir que podemos tener poder sobre eso. En cierta forma, todos somos como esos asesinos en serie que buscan sentirse más grandes al matar al débil. Matan gente porque se hacen creen a sí mismos que sus víctimas son sus iguales porque pertenecen a la misma especie, y eso les hace sentir más poder que matar animales que vemos como inferiores (todos buscamos sentirnos superiores, todos y cada uno de nosotros aunque no lo sepamos. Los asesinos sólo tienen más necesidad que el resto de sentir que tienen el control y, a diferencia de nosotros, muchos no pueden controlarlo y a veces ni saben que subconscientemente el deseo de poder está en los asesinatos), pero al fin y al cabo sus víctimas están en desventaja por lo que no son sus iguales. Los asesinos te atan, te drogan, te golpean, hacen lo que sea para asegurarse de ganar en su propio juego. Te hacen inferior para poder ser superiores, pero nunca admiten ante sí mismos el hecho de que ellos se han encargado de convertirte en un animal agonizante, al punto en que daría lo mismo matar a un animal, pero no les da lo mismo porque a un animal no le pueden oír suplicar por su vida. En realidad no buscan hacerte inferior, sino hacerse superiores. Por eso no admiten que te han puesto en una situación de vulnerabilidad, porque sería admitir que ya no luchan contra un igual, haciendo su victoria mucho menos satisfactoria.
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