Sunday, August 12, 2012

I Smell Sex, Ink and Candy.

Hoy fue la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Gran cosa, música británica y danzas con trajes brillantes.
Ahora oigo "Bleach".  El album entero de Nirvana. Floyd the Barber me hace sentir las voces algo distantes.
Estando algo aburrida esta tarde, terminé un poco mi tatuaje. Agregué una "C" luego de la "K" por "Cobain".  La C quedó bastante bien, un poco cúbica pero mejor que la K, que, aunque quedó bien para ser la primera vez que realizaba un tatuaje manual, parece más bien un cromosoma. La C quedó más definida, seguro porque ya mejoré un poco mojando la aguja con tinta un poco más seguido de lo que hacía antes de no saber una mierda de cómo hacer el tatuaje. En la K me quedaron casi tantos agujeros vacíos en la carne como tinta negra dentro de la piel.
Esta tarde, C me llamó desde la casa de D. Me dijo que él quería que yo fuera, y le dije que estaba ocupada.
 ¿Qué? Lo estaba. Tenía el brazo con ese papel transparente que usan para envolver los almuerzos de los niños pequeños. Tenía que dejarlo así un par de horas más o podría infectarse. Hay que recordar que los tatuajes son, básicamente, una herida a la cual se le hecha tinta (en mi caso sería como hollín con agua, tinta china). Por eso, debe tenerse cuidado ya que se le está llenando una abertura directa al cuerpo de alguna cosa que es desconocida para esa cosa que tenemos dentro. No podía quitarme el papel transparente aún, además no me había duchado aún porque había pasado el día con la diminuta C, acomodando la tinta y poniendo el hilo cubriendo la aguja, haciendo el nudo fuerte para que no se soltara. Me duché hasta hace un par de horas, cuando por fin pude quitarme ese puto papel de la piel. Como decía, no podía salir sin ducharme y con un pedazo de papel transparente en el brazo. Sólo dije eso, que estaba ocupada y colgué. Apenas unos segundo después, D me llamó y me dijo que le diera el número telefónico de una "amiga" mía que iban a llamar.
Mañana tengo examen de matemáticas y ciencias, no tengo ni idea de ninguno de los dos. Sinceramente, clavarme una aguja mojada en tinta una y otra vez sobre la piel me parece mucho más productivo que intentar aprender algo inútil para alguien como yo, que de mayor seré, si tengo suerte, escritora, y si no, camarera o prostituta.
El ritmo calmado de I Smell Sex and Candy me agrada, aunque acostumbro escuchar a Kurt Cobain o a Nirvana por encima de cualquier otra cosa.
Me he dado cuenta de que escribo lo que no quiero. Quisiera escribir cosas como las que suelo escribir, cosas que tienen sentido, son útiles y que significan algo. En cambio, escribo lo que suele escribir todo mundo en su blog o diario: lo que hace en el día, los acontecimientos que vive. Yo suelo hacer eso, pero le doy matiz de que significa algo menos de mierda comparado con lo que escriben el resto de putas en el mundo. Lo que intento es escribir sobre algo aburrido por lo cual prefieres rajarte las venas a vivir, y luego le agrego alguna cosa poco menos imbécil para que resulte interesante. Funciona conmigo misma.
Me di cuenta de algo más: lo fácil que es programar a alguien. Sabía que requería trauma pero tenía en mente que sólo era abuso sexual, abuso físico y, por último, abuso psicológico. Creía que se necesitaba esa mezcla de cosas. Al parecer es mucho más fácil de lo que imaginaba. Buscas imágenes y vídeos horribles de gente muriendo, siendo asesinada y, mejor aún, violaciones horribles con víctimas impotentes. Los muestras de a poco. Muestras primero algo normal, porno por ejemplo, algo muy simple y que todo mundo ve. Luego sigues como subiendo escaleras, cosas más horribles y llegas a cierto punto de algo que debe ser sádico o horrendo, paras y vuelves por un tiempo con lo normal. Lo repites, pero esta vez cruzas un poco más el límite, esta vez agregas como final algo un poco más insoportable.
Tengo el interior de las uñas lleno de tinta china y no sale. No importa. Hay cosas que joden más.
Es curioso, tengo miedo a las inyecciones pero no a clavarme una aguja con tinta hasta romperme la piel y dejar un agujero que parece vacío en mi carne. Es por la paranoia. Al meterme una aguja cuyo contenido conozco con seguridad me calmo, pero una inyección tiene fármacos y esos fármacos nunca pueden ser del todo seguros.
Estoy oyendo Bleach, aún. Dura 37 minutos. Me di cuenta de que el corazón me late más rápido de lo normal, como si estuviera trotando ligeramente. Estoy totalmente inmóvil, ¿qué pasa conmigo?
Quiero vomitar, es porque hago de todo por comer poco, pero aún como. No se trata de peso (aunque me encantaría pesar tanto como para tener que ser internada en un hospital), simplemente, por una razón que aún no comprendo, me agrada el dolor del hambre. Me siento cómoda al no comer. Es como la comodidad de estar triste. No tengo que extrañar la comodidad de estar triste, cuando quiero estarlo me es fácil lograr ese estado en el que sientes que caes por un agujero profundo, oscuro, solitario y eterno.

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