Es increíble. Mi idea del mundo en una caja de cristal viene con bases de otras personas, principalmente Muriel Barbery y Alice Sebold con sus historias de ficción que he vuelto reales en mi enferma mente. Pero esto es nuevo. La idea de que la vida es una casa de la cual intentas salir por medio de acciones/alcobas a un bosque exterior/muerte es simplemente distinta. La creé por mí misma, quizás alguien en el mundo piensa esto exactamente del mismo modo,aunque a esa persona la desconozco por lo que he creado una forma de ver el mundo totalmente mía que salió de mi mente de forma repentina. Un amigo mío ve la vida como un regalo. Yo no la veo así, sólo algo que estamos en obligación de pasar. No amo la vida, como afirmaba antes. Sin embargo, no la odio tampoco. Sólo la soporto. Mi idea es una forma verídica de cómo se da la vida, ya que la muerte es algo obligatorio y necesario, un final grupal. Entonces nuestras vidas son de por sí inútiles desde que nacemos. ¿Cuál es el punto si todo lo que hacemos en nuestras vidas es buscando el objetivo final, algo que nos convencen es maravilloso y bello, que no es en realidad más que la muerte? Si la vida no tiene sentido, el espíritu debe al menos afrontarlo. La vida no tiene ningún sentido ni mucho valor porque, pese a ser tan frágil fingiendo ser tan poderosa, la vida es un acto de todos los días, que jamás parece terminar.Como la vida no tiene sentido, sólo nos queda la muerte. Sólo aferrarnos a que hay algo mejor después. Tal vez de allí vinieron estas creencias que tenemos sobre la vida tras la muerte, porque queremos aferrarnos a algo que vemos como un salvavidas, una oportunidad en el más allá. No queremos quedarnos con la única imagen de que somos sacos de carne y sangre inmundos que viven estas cortas y míseras existencias in un objetivo. Si afrontáramos lo que ya sabemos, todos se habrían suicidado, o quizás se habrían evitado muchos suicidas. Es curiosos cómo pude ser de poderosa la indiferencia de algunos. Hay ciertas personas que admiten que la vida carece de sentido, y aún así dicen que la vida es para darle un sentido, negando lo que ya saben pero diciéndolo al principio como si fueran consientes para que las personas crean que hay un océano pensador dentro de ellos. No se le puede dar un sentido a la vida, si fuera así podríamos dar un sentido a la vida que fuera infinito, pero no podemos porque morimos, o bien estos sentidos pierden su validez antes de morir.
Mi prueba de que la vida no tiene sentido es esta (quizás ya la dije, pero me gusta repetirla): los sentidos que le damos a nuestras vidas vienen de metas y sueños. Vienen desde cosas tan simples como querer montar un puesto de limonada a los diez años como hacen los críos en las películas americanas hasta hacer un importante descubrimiento científico o volverse millonario. Al lograr esos vanos sueños la burbuja estalla. Hay muchas personas que, pese a poseer la totalidad de las trivialidades materiales o físicas de lo que los demás ven como el todo, terminan con sus vidas rápidamente. La indiferencia es una mentira que parece verdad antes los ojos de los ignorantes, parece que de verdad hubieran pasado de actuar como estúpidos a serlo. De esta manera, muchos se preguntan (como mi madre) "Pero, ¿por qué hizo eso? Si lo tenía todo". Allí, el materialismo y la vacua incógnita. Mi madre sale con sus chorradas religiosas: "No tenía a Dios y entonces le faltaba esto y sentía el vacío de aquello". Parece hablar sin darse cuenta que en un principio no habló de las necesidades interiores, que son las más importantes, sino de las materiales que para la sociedad de gilipollas en la que vivo son indispensables. Ante cosas así, la opinión de los indiferentes es anodina.
Ya no soy tan imbécil, ya han pasado cosas que han podido probármelo.
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