Estoy viendo un documental que es, ¿cómo describirlo? Fuerte.
Muestran imágenes y vídeos de las ejecuciones de muerte que se han impuesto a lo largo de los años en distintos países. Es un documental sobre las ejecuciones, de 1995. Algunos comentaron cosas imbéciles sobre si había Dios o no y etcétera. Sinceramente, no comprendo cómo son tan indiferentes. Si bien el documental me gusta mucho, lo encuentro informativo y las escenas de muerte me agradan, mi empatía me está jodiendo. No puedo evitarlo, había un vídeo de una mujer de algún país africano que había recibido la pena de muerte, una pena degradante: desnudada en público por una multitud enfurecida (de hombres, como no podían ser otros sino hombres machistas le quitaron la ropa), golpeada y empujada por la multitud y, finalmente, apedreada por todos que no tenían compasión al golpear con rocas su carne desnuda. Me causó muchísima pena, al momento de poder manejar la tristeza y empatía que sentía por esa pobre mujer, que seguro ni hizo nada pero igual fue ejecutada de forma cruel (y si hubiera hecho algo, esa no sería la forma. Estoy segura de que no hizo algo tan malo. Hitler merecería esa tortura y más, o la merece si el puto bastardo hijo de puta está vivo), pude sentir odio y rabia, un odio profundo y un deseo de muerte lenta y sangrienta a esas cosas que se hacen llamar a sí mismos seres humanos. Hay gente más enferma de yo. Al ver esas imágenes, me gustan. Me parecen tan bellas, artísticas y hermosas como es una obra de Monet para un conocedor del arte impresionista. Merecen respeto, tengo respeto por la muerte y la violencia, así como, a veces, un ferviente desprecio. Siento también mucho enojo. Hay quienes se excitan viendo a un niño electrocutado o asesinado violentamente por un padre ebrio, o por un chino adicto al opio durante la guerra del opio que es asesinado gracias a una bala disparada desde un arma sostenida por un soldado frívolo que ha perdido su espíritu humano, mientras el condenado baja la cabeza tratando de que sus sesos no quede en el blanco del hombre. "Sigo a mi líder". Sigan a sus líderes, y muéranse de una puta vez. Me dan ganas de llorar. En especial cuando los putos ignorantes de mis compañeros de clase o un niñato aburrido e imbécil en internet hacen chistes sobre la época nazi, los judíos y Hitler. Tienen el cinismo de reírse, y, encima, vienen con el irrespeto de decir, luego de reírse claro, "hay que tomar en cuenta lo que han sufrido". ¿Para qué ir con las palabras hipócritas y mecánicas si una risa frívola ha demostrado que nos hemos acostumbrado tanto a la brutalidad animal como para que nos cause gracia la muerte de los inocentes? Me parecen lo más imbécil del mundo. P es de ascendencia indígena como los primeros indios americanos que sí son los verdaderos americanos, no los putos gordos que se hacen llamar arios y que dicen ser los verdaderos americanos. Como decía, tiene la piel oscura. Sin embargo, por un tiempo fue racista. El imbécil no era exactamente racista, pero igual fingía que lo era y decía que le daba asco las personas de piel oscura, es la contradicción más imbécil, ridícula e insultante del mundo. El niñato es tan ignorante que ni siquiera sabe que el racismo, algo inventado originalmente por gente que se hace llamar blanca, abarca (también originalmente) a la gente de ascendencia africana, india, árabe y asiática. Sinceramente, su estupidez me deja atónita (y luego, para ver cuánto tardan en saber qué significa "atónita". No lo saben, sólo se burlaran porque les parecerá una palabra sin sentido. En realidad se ríen de su propia estupidez).
Por favor, Dios, Satanás, mata a los jodidos hijos de puta.
Estoy segura de que ni mis compañeros de clase ni esos niñatos aburridos en internet aguantarían ver vídeos y fotografías con violencia explícita del Holocausto judío. Y aún fotos más violentas o de cuerpos putrefactos. Sólo son críos que se vomitarían viendo vídeos snuff. Aunque se den de duros, se mearían encima si les hubiera tocado ser judíos alemanes en la segunda guerra mundial. Son críos imbéciles y gilipollas, nada más.
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