Tuesday, September 11, 2012

Descubre las ventajas de no ser asocial.

Tengo que admitir que cada vez me dejo más desconcertada a mí misma. Actúo muy normal. Hablo como los otros, digo lo que dicen los otros, puedo sostener una conversación en su lenguaje suburbano y relacionarme con ellos de modo que parece que de veras soy como ellos. Es fascinante, y aterrador. Me asusta la idea de que no pueda volver a mí. Voy a volver, es inevitable. Mostré una teta aunque no es gran cosa, siendo algo feminista ver un pecho femenino y uno masculino es igual... aunque no voy a negar que las tetas de una mujer me gustan muchísimo más. Si imagino a un hombre desnudo, siento asco. Si imagino a una mujer desnuda, me pongo alegre. Hoy tratamos de hacer lo de la ouija, pero no sirvió. Estuvimos una media hora repitiendo "¿Hay algún espíritu aquí?" como unos imbéciles mientras sosteníamos el vaso sobre nuestra improvisada ouija de cartón. Yo dirigía todas mis energías a pensar en Kurt Cobain y a decir "Maldición. ¿qué te hice? Sé que estás aquí, no te pongas a hacer el imbécil". Sin embargo, no logramos nada. Tan sólo asustamos a un amigo y a los hermanos de una amiga en la casa donde estábamos  Esperábamos que fueran también C y D, el problema fue que la hermana menor de V (ella vive en la casa donde estuvimos hoy y no es la misma V de la que tiendo a hablar) les dijo que nosotras-estábamos con R- nos habíamos ido. Nos encontrabamos en el baño de la parte trasera del primer piso de la casa, maquillándonos como zorras. Mis pestañas quedaron casi rígidas por el rímel y el rizador de pestañas.

Estuve leyendo el libro de Jeffrey Eugenides, me sorprende lo mucho que tengo en común con Cecilia. La diferencia radica en que ella es delgada, bonita y aún más perfectamente rara que yo. En una parte, alguien cuenta cómo es su alcoba. Un móvil del zodíaco, una colección de amatistas, una baraja de Tarot bajo la almohada con aroma a incienso y a los cabellos de Cecilia (olor que yo podría abrazar por horas y horas), siete bragas teñidas de negro y dos sostenes inmaculados. En las teorías de su suicidio, la más común es la de que se mató por amor.
Hay que notar la importancia y papel de ser humano viviente que le doy a Cecilia Lisbon. Para mí, Cecilia y sus cuatro hermanas son reales. O lo eran, antes de matarse.
Ella, siendo una hermosa novia adolescente y una virgen suicida enamorada, no podría haberse matado por eso. Sería como una especie de juego "Sí, me maté por él"-"Está bien, usé eso como excusa para mí misma, para darme a mí mismas razones que creía sustentables como para matarme". Me habría encantado conocerla, aún más que ser ella. Aunque, al fin y al cabo, la hermana Lisbon gracias a la cual todas las chicas suscitaban tanto interés a todos, era Lux. Lux cumplía con las expectativas emocionantes y fue la puerta, su promiscuidad adolescente, a causar un enorme interés en las chicas tras vestidos largos similares los unos con los otros y enormes como bolsas de patatas.

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