Saturday, September 8, 2012

Quiero la carretera

A veces lo veo de esta forma, como si alguien de veras pensara en mí con esas palabras: "Algún día, ella sólo estallará y se matará". Me gusta pensar que alguien cree que es sólo cuestión de tiempo para que me mate. Estos pensamientos suicidas permanentes, que aparecen como mínimo una vez por semana, son muy agradables. Le pregunté a una amiga para hacerme un tatuaje y que su hermano nos lleve como el adulto que da el permiso. Quiero un tatuaje profesional, no sería gran cosa, pero quiero uno. No quiero que pueda ser tarde, en caso de que tenga otro brote suicida y me mate, quiero tener ya un tatuaje pintado.
Anoche tuve un sueño, es raro que lo recuerde, no era muy real. Era yo haciendo el papel de L.C. y el mío. Ella conocía a un tipo por internet y quedaban de verse para tener sexo, desconfiaba un segundo y luego era normal. Luego era yo, me encerraban en una caja que parecía ser una mini-nevera, una amiga y su hermano me cargaban en la caja y yo decía bromeando "Mierda, sáquenme de aquí. No puedo respirar". No me sentía incómoda en nada por el lugar, incluso me sentía como dentro de un sitio con el aire más fresco, y aún así insistía en salir de allí. En un momento, no sé cuando, yo salí de allí. Estábamos en una tienda pequeña que queda cerca de mi escuela y ellos me habían transportado en la caja mientras caminaban por la acera que va a la tienda, cosa que ya sabía porque veía las cosas desde el punto de vista de alguien que va caminando tras ellos y luego alguien que me ve dentro de la caja. Fui a una Van que estaba estacionada y yo sabía, ya me lo debían haber dicho, que eran unas personas (una pareja de heterosexuales, aunque al hombre no lo volví a ver después de verlo parado con la mujer frente a la Van). Esas dos personas iban a hacer el rol de padres, no entiendo por qué, y se encargaban de hacer una mezcla extraña con cosas que ya habíamos llevado nosotros, y el objetivo era hacer preservativos que, por los materiales que incluían unos químicos que yo no conocía, sonaban como preservativos radioactivos o fluorescentes.
El resto del grupo con el que íbamos, algunos amigos míos y los hermanos mayores de una amiga y de D (dos en total), estaban en la tienda comprando algo para la mezcla que estaban haciendo dentro de la Van, donde yo estaba.
Las persianas de la cocina se mueven con violencia. Son de color plata y cuando el viento sopla con mucha fuerza hacen un gran estrépito, suenan como ventisca de película de terror.
Ellos hacían la mezcla, que era como una cosa muy espesa y blanca que más bien parecía cola muy brillante, dentro de la Van en un recipiente muy grande. Luego empezamos a conducir. Cuando los vi por primera vez fuera de la Van, a la pareja, recuerdo que creí que actuaban muy mal, que sobreactuaban el rol de padres y podrían descubrirnos.
Comenzamos a conducir. No los veía, pero los veía, al resto del grupo. Estaban en cierto lugar esperándonos, lugar al cual no sé cómo llegaron, y conducíamos para encontrarnos con ellos en una carretera agradable. Me senté detrás de la silla del acompañante del conductor, había dos mujeres en ese auto y no sé quién conducía, seguro el hombre. Una era una mujer con sobrepeso y la otra era la mujer del principio, esta me recuerda a la madre de L, la francesa. Había una ventana grande a mi lado y sentía el viento y el aroma de los árboles que rodeaban la carretera contra mi piel. La mujer me preguntó, la que tenía sobrepeso, dónde me sentaría, si me quedaría en ese asiento cuando recogiéramos a los demás. Miré a la parte trasera de la van para ver si había ventanas en el sitio donde seguro terminaría sentándome, y la mujer me dijo  que me sentara donde yo quisiera y no donde me enviaran los demás. Decidí quedarme allí mientras conducíamos. Luego se tornaba entre de noche y de día. Pasamos junto a una especie de hotel-casino con astas y había un acercamiento al suelo. Una de las mujeres, la de sobrepeso creo, me hablaba. No tengo claro si en ese momento yo desempeñaba el rol de L.C. o el mío. Parece que yo le había dicho del encuentro con el hombre. Aún no habíamos recogido al resto del grupo. La mujer dijo que mejor no fuera porque él sólo querría tenerme a su lado ya que en un año yo triplicaría sus ganancias (se suponía que yo tenía un trabajo estable y bien pagado). Pensé en que podría dejarlo cuando tuviésemos ciertas ganancias, antes de que él me estafara a mí. Lo pensé en voz alta, sin decirlo, sólo que mis pensamientos resonaron como gritos. Ella lo ignoró, había una escena de una carretera alzada sobre otra con coches. Luego desperté.

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