Saturday, September 15, 2012

La música celta sí que hace efecto como medicina. Mi veneno suicida es Nirvana, debo ser sincera, aunque no me molesta. Es más, el veneno suicida me ayuda con la clarividencia, soy más inteligente desde que me llené de veneno. La música celta es una puerta a una falsa realidad. Ya comprendo por qué a Cecilia le gustaba tanto oírla. Te da esta imagen mental en la que estás en un bosque y eres una especie de ninfa pelirroja con traje de princesa antigua y que todo es mágico, hermoso y lleno de flores, ríos pequeños y cristalinos, árboles, puestas de sol, etc. Es tan empalagoso e irreal que si llegas a enfrascarte en esa historia, visto desde un punto de vista objetivo, se vuelve estúpido y vergonzoso. No quiero meterme en esa idea celta, aunque la idea de los celtas sea tan feliz y tentadora por llevarte a un mundo de fantasía. No, no quiero eso. Es muy agradable, y al mismo tiempo se centra en un ambiente tan antiguo e irreal que, aplicado a nuestro mundo, es pura falsedad. Prefiero la realidad cruda. La música celta te lleva a un bosque durante la época medieval en Irlanda. Nirvana me lleva a la propia realidad horrible, miserable y llena de esperanzas lúgubres y apagadas. Es algo que prefiero, quiero eso por encima de una antigua civilización creyente en la magia. Creo en esa mierda, aunque me centro en el aquí y el ahora, el miserable presente. Más egoísta y estúpido que matarme sería meterme en la historia llena de fantasía de libros infantiles. No quiero eso, me niego a eso aún más de lo que niego entrar en el amor egoísta de la sociedad humana. Es una mierda, una mierda fastidiosa.
Terminé de leer Las Vírgenes Suicidas. Es triste, porque el final no me causó nada. Me intrigaba más enfocarse en la muerte de las hermanas sin los imbéciles chicos que las seguías porque querían  sexo con ellas y, aunque estaban algo enamorados, se cegaban por sus tetas. Sigo estando totalmente intrigada por Cecilia, aunque en cierto modo temo que no sea lo que espero. Es curioso, tengo ciertas fracturas con la realidad. Esto se ilustra en el modo por el cual hablo de un personaje de ficción como si hablara de una persona real parte de mi vida, como si ella hubiese vivido en mi calle y como si hubiera sido mi vecina. La veo real, es una de las pocas ocasiones en las que me permito meterme en una fantasía estando totalmente consciente de que es falsa. Lo hago porque creer en Cecilia como si ella fuera Dios no afecta mi propia forma de ver el mundo, ni mi oportunidad de evidenciar la realidad en mi mente con hechos. Creer en un mundo fantástico en un bosque con animales que hablan siendo yo una ninfa pelirroja con un vestido verde de princesa mientras oigo música celta sí afectaría mi visión de la realidad presente.
Tengo que mear, hace como veinte minutos que meé por última vez y me jode. Es lo malo de beber tanta agua.
La confusión es molesta. Si tuviera hermanas suicidas, sería muy fácil. Sigo con miedo, soy una puta cobarde y me odio por eso. Quisiera probar los cigarrillos. Si soy sincera, jamás he fumado. Sería una buena forma de relajarme un poco, la gente usa la nicotina como un calmante aunque se vuelve una adicción estresante que desencadena nerviosismo y ansiedad peor que la que al principio se quería apaciguar.

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